La UE debe abandonar su zona de confort y aportar un plan de solución al conflicto que no pase por una escalada militar de consecuencias impredecibles. Debe responsabilizarse tanto de sus acciones pasadas, léase haber apoyado el derrocamiento ilegal de Yanukóvich, como del bienestar y seguridad de su aliado, Ucrania. A la UE le toca ahora abandonar la zona de confort en esta crisis, asumir su papel de potencia, cuando menos regional, y hacer de broker entre Washington, Kiev y Moscú. La paz de Ucrania y Europa nos va en ello.
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