La señal más clara de la bancarrota que sufre la política exterior de EEUU puede verse en las políticas de Afganistán. Tras más de quince años de guerra y un despliegue de cientos de miles de tropas, un nuevo presidente ha entrado en la Casa Blanca con la determinación de transformar esa política. Pero tras varios meses, y con gran fanfarria, presentó una continuación de la misma. ¿El resultado? Estados Unidos se encuentra completamente aprisionado en su eterna guerra de Afganistán.
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