Una idea formidable la de celebrar que a una virgen le plantaron una corona, que a un rey le asignamos el mérito de reconquistar un concepto pensado bastantes centurias después, y que hoy en día podemos hincharnos con ambos pundonores consanguíneos en un parque de diversión litúrgica enclavado entre montañas y con su correspondiente tienda de merchandising mágico situada a pie de parking para los autobuses laicos. No se me ocurre una forma mejor de celebrar el Día de Asturias de 2018.
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