La propaganda ultraliberal e imperialista se viste de “feminismo radical” y es responsable de trampantojos de marca “anti-capitalista”, “socialista”, “feminista”, “ecologista” o “pro-derechos humanos”, que encuentran un gran mercado en esa izquierda progre, social-liberal, de corte posmoderno, que hoy aspira a gobernar.
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