Al margen de los atractivos turísticos y la hospitalidad de Tijuana, el turismo sexual entre San Diego y esta ciudad fronteriza es cada vez más común. Ambas ciudades confluyen en una megalópolis formada por más de 5 millones de mexicanos y estadounidenses, pero separada por una frontera que define la seguridad, el nivel de ingresos, la calidad de vida y hasta el sitio que cada nación ocupa en el fructífero negocio de explotación sexual de uno y otro lado del borde.
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