Yo espero que nadie llegue a sufrir una angustiosa crisis de identidad (sobre todo en Cataluña, tierra donde nací y vivo) por el hecho de que me atreva a afirmar que el nacionalismo no es más que una ideología. O sea una forma, entre tantas otras, de ver las cosas. Sólo los auténticos nacionalistas estarían dispuestos, probablemente, a discutir acaloradamente tal sencilla evidencia.
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