Algunos amigos y colegas llevan tiempo insistiendo en que haga un pronóstico más detallado del futuro que nos espera. No soy partidario de este tipo de ejercicio, a pesar de que dediqué unos cuantos años de mi vida profesional a la dirección estratégica en el medio y largo plazo de una importante corporación química. Eran años en que el tiempo discurría monótonamente, donde casi todo era previsible, donde previsión y planificación (que son dos conceptos técnicamente muy distintos) operaban dentro del mismo universo.
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