La fiscalidad tiene que cumplir dos principios para que sea justa y eficaz: progresividad y suficiencia. Es decir, que pague más quien más tiene y que recaude lo necesario para afrontar todos los gastos que tiene un Estado. Lo dice la propia Constitución española y es la forma de financiar el Estado social que define en su artículo uno. Pero en España, la capacidad de recaudación y la progresividad son pequeñas.
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