El periodista Jamal Khashoggi se dirigió al consulado de Arabia Saudí en Turquía porque necesitaba unos papeles para casarse. Allí lo esperaban agentes saudíes para asesinarlo. Siete minutos después de que el forense Salah Muhammad al Tubaigy empezase a descuartizar vivo al periodista Jamal Khashoggi, este dejó de gritar y murió. Es curioso: para entonces, siete minutos después, nosotros seguíamos haciendo negocios con ellos. Siete minutos después, eran todavía nuestros amigos y socios. No habíamos roto toda relación con esa teocracia asesina
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