La sentencia se pregunta cómo la banca no ha cambiado su dinámica comercial tras ser condenada varias veces por lo mismo. La sentencia ve nexo causal entre la actuación del banco con las preferentes suscritas por la demandante y su sufrimiento "materializado en ansiedad, inestabilidad,angustia, problemas con el sueño y hasta con el control de los esfínteres". La sentencia condena a la entidad bancaria a devolver los 54.000 euros invertidos e indemnizar con 4.000 euros a la cliente inversora por daños morales.
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