Según UGT, en la primera semana de aplicación de este decreto, las empresas están remoloneando con su puesta en marcha. En algunas empresas la oblogatoriedad de registrar su horas de trabajo ha generado hastío —compañeras a quienes les parece un engorro rellenar una hoja más de Excel—, quejas —entre quienes añaden a sus tareas la labor de controlar a los demás— y alegría —entre quienes suelen hacer horas extras nunca reconocidas ni remuneradas—.
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