Valencia vive un momento interesante. Estabilidad política, recuperación de las exportaciones y un optimismo precavido. Un gobierno de centroizquierda amigo de la actividad empresarial, empresarios comprometidos con su comunidad y una cierta voluntad de no reincidir en la borrachera especulativa de principios de siglo. Cambio generacional, amplio rechazo a la violencia de la extrema derecha –que repuntea– y un valencianismo menos pendiente de Catalunya.