No hay justificación alguna para lo que ha sucedido en el Congreso con la reforma de la ley de Extranjería. Lo pueden pintar del color que les apetezca, pero no es más que racismo puro y duro. Para entendernos, hay mucha gente a la que le parece mal que vengan negros a España. Incluso el líder de la oposición, desde la moderación y el centrismo, vinculó alegremente esta semana la inmigración con las agresiones a homosexuales, mujeres y, se desprende de sus palabras, con la inseguridad en nuestras propias casas.