Tras décadas de indiferencia reguladora ante el monopolio tecnológico, las autoridades de competencia de todo el mundo se enfrentan a las grandes tecnológicas. La DMA es, con mucho, la salva más potente y ambiciosa que hemos visto. Visto así, no es de extrañar que las grandes tecnológicas se nieguen a cumplir las normas. Si la UE consigue obligar a las tecnológicas a jugar limpio, servirá de pistoletazo de salida para una carrera mundial hacia la cima, en la que las ganancias mal habidas de las tecnológicas (...)