Había un programa de radio hace unos años que otorgaba un premio al oyente que fuera capaz de fallar los 15 pronósticos de La Quiniela. La tarea era tan difícil como acertar el resultado de todos los partidos, pero humanos privilegiados, como Alberto Garzón, seguramente hubieran tenido éxito, dado que siempre se equivocan. Es complicado fallar siempre, en cualquier predicción y ante cualquier problemática, pero el ministro y sus adláteres siempre lo hacen. Lo cual podría ser considerado como un don si no fuera una desgracia.