El descubrimiento elevó las esperanzas de cumplir un antiguo sueño de la investigación con células madre, es decir, la creación de células de reemplazo específicas para gente con diabetes, enfermedad de Parkinson, problemas de corazón y otras enfermedades graves. Pero también sugirió que algo contra lo que la Iglesia católica y otros defensores del derecho a la vida llevan tiempo advirtiendo - científicos creando embriones humanos a la orden - puede ser inminente.