No hay una intencionalidad de ser poco amable. Creo que, más bien, se reduce al individualismo al que nos tiene abocados esta economía de consumo. Entro, compro, satisfago mis necesidades consumistas y me voy. Sin interacción alguna a no ser que algo no se ajuste a nuestros deseos: precio, tallas, frescura, variedad. No estamos preparados para la frustración. Cualquier cosa que se salga de nuestro plan establecido puede conllevar una decepción que vomitamos contra el que creemos culpable de todas nuestras desdichas: el dependiente...