Enric Pérez se espera al pie de los 144 metros de hormigón, aluminio y vidrio de la torre Glòries de Barcelona con el móvil en el bolsillo y la aplicación de grabación en marcha. Está un poco nervioso. Se tiene que encontrar con un hombre que dice que pertenece al departamento de Seguridad Nacional, que en una llamada le ha demostrado que sabe demasiadas cosas de él y que lo quiere convertir en un confidente. Pérez tiene 24 años, todavía estudia y desde el principio se pone en contacto con el ARA y con la revista Directa.