Uno de los agentes llegó a las dependencias policiales y dejó el vehículo aparcado frente a la puerta con el caballete puesto. Pasados unos minutos, una vecina de la zona entró en la sala y comunicó que había visto a un joven manipular la bicicleta eléctrica y llevársela corriendo. Cuando los policías salieron a la calle pudieron comprobar que les habían sustraído el vehículo, que valorado en más de 3.500 euros, no dispone de localizador.
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