Los tatuajes duelen, pero para la mayoría de las personas, el dolor es solo un medio para un fin. Los artistas del tatuaje suelen ser conscientes del umbral de dolor de sus clientes, atendiendo los descansos y mitigando cualquier brutalidad innecesaria. Los tatuadores no suelen restringir a las personas mientras se tatúan, o que el tatuado se levante en agonía para escapar de las implacables penetraciones de la aguja. Tampoco es muy común ver la alegría sádica en las caras de los artistas del tatuaje.
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