Como ya es tradición en las jornadas electorales, las cuentas fantasma y los orgullosos ciberfachas de Twitter, se vienieron el domingo arriba como un cazo de leche al fuego sin control. sus tres millones y medios de votantes, por lo visto, no son fascistas sino ciudadanos enfadados con el actual sistema político a los que hay que respetar, ya que hay que ser tolerantes.
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