Todo ocurrió la madrugada del miércoles. Una persona que se encontraba en el aparcamiento público de la plaza de Colón, en el distrito de Centro, creyó oír el llanto de un niño. Eran las tres menos diez de la madrugada y no podía salir de su asombro. Mucho menos, cuando, siguiendo los gemidos, dio con el vehículo donde se encontraba la criatura. Llovía a cántaros y por lo tanto hacía frío y humedad, y más en un lugar como ese y a esa hora intempestiva.
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