Para apoyar una renta mínima no hay que ser podemita. Basta con ser europeo. La red última de seguridad que prepara el Gobierno, vinculada a la inclusión laboral, servirá de poco sin políticas activas y servicios de empleo potentes. Su diseño es clave, como demuestra el fracaso de las rentas autonómicas contra la pobreza. Es una lástima que un Gobierno autodenominado de izquierdas renuncie a explorar la Renta Básica Universal.
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