Para los británicos no hay nada más sagrado que su monarquía, ya sea para venerarla o para reírse abiertamente de ella. Curiosamente, ni el díscolo príncipe Andrés, ni su más que extraña relación con el millonario y pedófilo Jeffrey Epstein, han supuesto un quebradero de cabeza para Isabel II como el que le están dando su sobrino Enrique y Meghan. ¿Y si le diera a la Reina por apretar un botón rojo?
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