No cabe duda que el proyecto Carmena, eso que surge cuando un partido político deviene en un producto, es entrañable, simpático y, en términos de marketing, profundamente adaptativo: igual te firma un acuerdo especulativo con los constructores en el norte de la ciudad que te defiende el lenguaje inclusivo de última generación en el centro. Para el sur la cosa sigue como siempre. No hay contradicción de términos, el capitalismo es un sistema profundamente promiscuo capaz de asumir toda la diversidad identitaria que haga falta (...)
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