¿Se imaginan un programa en Telemadrid que empezara cada día con el presentador al grito de “¡Puta Cataluña y buenas noches!” y el público reaccionando a carcajada limpia? ¡Cada día! Sinceramente, me cuesta imaginarlo. El despido de un colaborador de un programa satírico de TV3 y la posterior renuncia del presentador del espacio han abierto un debate sobre los límites del humor cuando lo que debería abordarse es el papel de los medios públicos en una democracia.
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