El Gobierno de la II República movilizó a cientos de profesores de las ciudades al campo para que todos los niños españoles pudieran aprender. Así llegó el maestro catalán Antoni Benaiges a la pequeña localidad burgalesa de Bañuelos de Bureba en 1934. Benaiges prometió a sus alumnos llevarlos a conocer el mar a su Tarragona natal con la intención de ensanchar las fronteras de su mundo. Pero el golpe de Estado truncó toda ilusión. Un día más tarde los militares fueron a buscar al maestro. Fue torturado y fusilado.
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