Que en pleno siglo XXI millones de personas de todo el mundo pongan sus esperanzas sanitarias en manos de unas entidades inventadas en la noche de los tiempos por diversas tribus del Creciente Fértil, debería ser motivo de un profundo estudio sociológico-psiquiátrico. Pero lo que es más increíblemente injustificable es que esas prácticas chamánicas no sólo pongan en riesgo la vida de los más inocentes, los niños, sino que además gocen de inmunidad legal en el país más poderoso de la Tierra, los EEUU.
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