Vómitos, náuseas, diarrea, dolor abdominal y calambres. Estas son solo algunas de las consecuencias de inyectarse Ozempic o cualquiera de los medicamentos similares que hay en el mercado. Son síntomas físicos que asociamos con la enfermedad y que nadie querría sufrir. Sin embargo, esto no parece afectar al aumento del consumo de estos fármacos. ¿Qué está pasando entonces? ¿Es nuestra salud un precio asumible con tal de conseguir estar delgadas?
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