"Mis pies se deslizaban sobre mi propia sangre dejando dos sucios bermellones por los pasillos de aislamiento hasta llegar a una celda de castigo, donde me ataron a un somier de acero, de pies, manos y cintura. En ese potro de tortura mientras yo escupía sangre a borbotones, los funcionarios hacían lo propio con su odio de clase (como fieles mercenarios del capitalismo), a modo de insultos contra mi condición de preso político comunista." El dolor en el pecho era insoportable cada vez que tosía. Uno de los carceleros comentó...
|
etiquetas: tortura , presos políticos , españa