Unas mil personas mueren cada año en Estados Unidos a manos de la Policía, pero es casi imposible que los agentes acaben condenados. Los muertos y heridos en tiroteos policiales hay peligrosos delincuentes armados, pero también personas que protagonizan reacciones extrañas o violentas ante un agente o una patrulla y víctimas totalmente inocentes, como el niño de 12 años cuya pistola de juguete fue confundida con un arma real la semana pasada en Cleveland.
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