"Me podrán decir feo pero no tonto": con esta frase se promocionan a través de grandes carteles publicitarios vistos en la provincia los cursos dirigidos a "agricultores autónomos" que oferta una empresa. Y no solo es el eslogan el irrita al campo almeriense; también la imagen, presuntamente cómica, que la acompaña: la de un individuo de cejas frondosas, orejas de soplillo y gafas de culo de vaso y con una expresión disparatada, como si acabara de escapar de 'El milagro de P. Tinto' de Javier Fesser.
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