Lo más frustrante de la guerra de Ucrania, para Estados Unidos, es que lo más racional, sensato, y decente que puede hacer el país es no hacer casi nada. En Ucrania no. Cualquier intervención militar directa de los Estados Unidos en Ucrania crea la posibilidad, por remota que sea, que alguien en el Kremlin o en el estado mayor ruso lo interprete como un subterfugio, un intento para dañar al país, no sólo defender Ucrania. Y puede que, ante la duda, el Kremlin tenga un momento de pánico, responda con una bomba atómica de verdad.
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