Siempre se ha dicho que el mayor enemigo de la izquierda es la propia izquierda, que tiende a confrontación en su propio seno y que la desunión es la tónica general que ha propiciado en muchas ocasiones el triunfo de las criminales políticas de derechas, o capitalistas, que viene a ser lo mismo. Esto es cierto a medias, creo. Porque el gran problema de la izquierda –y de toda ideología contraria al capitalismo– es que tiene un llamativo efecto llamada, valga la vulgar redundancia, para impostores de todo tipo
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