Ni los contenedores de basura ardiendo ni las cargas policiales tienen nada que ver con la libertad de expresión. En realidad, seamos sinceros, la libertad de expresión importa a pocos: nos preocupa poder decir lo que pensamos nosotras, muy alto, muchas veces y que los que piensan distinto estén obligados a escucharnos. Quienes han dañado la fachada de El Periódico y la unidad móvil de Rne en València o han gritado “vieja escoria” a una señora que intentaba apagar un contenedor en llamas en Barcelona no están “defendiendo hasta la muerte el…
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