Los cafés para turistas están ocultos detrás de barricadas. El gran Teatro de Ópera y Ballet está cercado por un muro de sacos de arena. Las trampas para tanques bloquean los accesos a la legendaria escalera Potemkin. Nadie en Odesa puede creer que Vladímir Putin se disponga a atacar esta ciudad, un lugar ligado a Rusia por lazos familiares, literarios y culturales, un lugar casi mítico para muchos rusos.
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