El informe anual de 2014 de la Agencia Internacional de la Energía no sólo contenía pésimas noticias sobre el futuro del carbón y el uranio, sino que sus previsiones en lo que respecta a la producción de todos los líquidos del petróleo son bastante malas tan pronto como uno analiza el contenido energético que realmente está llegando a nuestros surtidores, a nuestros camiones, a nuestros tractores, a nuestras máquinas.
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