Sostiene Novak Djokovic que «en el camino de la paz», «con el poder de la oración», la mejor forma de enfrentarse a sus rivales es desde el amor. Que le curan el watsu, la acupuntura con moxibustión, los zumos de apio y otras terapias del mismo estilo. Que el agua reacciona a las emociones y que «con gratitud se puede transformar el agua más contaminada en la más curativa». En definitiva, que el coronavirus lo combate solo el propio cuerpo y que, si le obligasen a vacunar para volver a jugar al tenis, posiblemente no lo haría.
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