Antes de que la guerra asolara su ciudad natal en Siria, Usaid Barho jugaba al fútbol, veía películas de Jackie Chan y adoraba la hermosa cantante libanesa Nancy Ajram. Soñaba con ir a la universidad y convertirse en médico. Pero su vida cambió. Hace pocos días este niño de 14 años se acercó a una mezquita chií, abrió la cremallera de su chaqueta para mostrar un chaleco de explosivos y se entregó a los guardas.
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