Casi todos los comercios de alimentación de Venezuela están obligados a implantar el lector digital de huellas, el captahuellas, un aparato mediante el cual el supermercado sabrá cuántos kilos de harina ha comprado un cliente en los últimos días, y si tiene derecho a llevarse más. Bienvenidos a la cartilla de racionamiento del siglo XXI... ¿Los ricos? No, desde luego. Porque los ricos tienen dinero para comprar en el mercado negro, para sobornar a los empleados de los supermercados y para tener su despensa llena. Lo pagan los pobres.
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