El lenguaje inclusivo, lejos de cumplir con su función integradora y no excluyente, se ha acabado convirtiendo en un arma arrojadiza y, a veces, en una suerte de discursos ininteligibles, como el de la ministra de Igualdad, Irene Montero, en plena campaña electoral durante los días previos a las elecciones madrileñas. La de Unidas Podemos dio la campanada empleando términos como "niñe", "hije" o "todes", palabra habiatuales para muchos, pero sorprendentes para la mayoría.
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