Los nacionalismos no son una unidad de destino en lo universal ni siquiera para ellos mismos. Es decir, son un fenómeno histórico que ni siquiera es constante ni poseedor de una lógica interna. No son necesariamente una evolución lógica de si mismos. Son contradictorios. La última casilla de un nacionalismo no es así nunca la secuencia lógica, necesariamente, del resto de sus casillas anteriores. Lo que invita a desconfiar de la última casilla de cada nacionalismo.
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