El hombre que llevó a Blesa al talego quería ser heredero de esa larga estirpe de magistrados que dictaban resoluciones con un ojo puesto en los telediarios. Pero el juez Silva ha decidido hacerse un harakiri televisado que ha puesto a la raza de jueces estrella en peligro de extinción. En los círculos judiciales se comenta estos días que parece que después de lo visto con Silva, nadie querrá ser nunca más tildado de juez estrella. Pero a los amantes de los magistrados espectaculares, siempre les quedará la jueza Alaya.
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