María no tiene estudios, vive en un barrio abandonado de Sevilla, en una casa que en invierno te mueres de frío y en verano te achicharras de calor, pero es lista, inteligente y profundamente tierna. Se quedó viuda hace poco menos de un año, con tres hijos pequeños y sin pensión de viudedad. Su marido sufría de una enfermedad crónica desde bien joven que le impidió trabajar y cotizar a la Seguridad Social, así que cuando María ha ido a solicitar la pensión de viudedad le han dicho que no tiene derecho.
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