La gestora americana Fidelity quiso estudiar en las cuentas de sus inversores quienes eran los que mejores resultados habían conseguido del 2003 al 2013. Los resultados que obtuvieron fueron sorprendentes. Los ahorradores e inversores que más rentabilidad tenían tras el paso de los años no eran los que mayores conocimientos de la economía o más MBAs tenían. Los que más dinero habían ganado con sus inversiones fueron las personas que habían muerto.
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