"Bio", "orgánico" y "ecológico" son reclamos para atraer al consumidor. La comida etiquetada así, en Europa, debe contener al menos el 95% en peso de ingredientes que hayan cumplido las normas de producción expuestas en el Reglamento Europeo 834 de 2007. Estas normas limitan, por ejemplo, el uso de pesticidas y fertlizantes sintéticos, pero no está claro que esas prácticas siempre reporten beneficios.
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