El calor y los fármacos interaccionan de formas que no siempre son intuitivas. Las manidas ―pero importantes― recomendaciones de no salir a las horas centrales del día, mucho menos hacer deporte en el exterior, refrescarse y beber abundante agua cobran especial importancia para pacientes que toman determinados medicamentos; muy a menudo, son también las personas más vulnerables al calor, precisamente por las enfermedades que padecen.
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