Esta pasada semana decidió ponerle punto y final a la vida carcelaria. Recluido en el Centro de Inserción Social de A Coruña desde el 2 de febrero, aprovechó el tercer grado del que gozaba para no volver por la noche a dormir. Hoy nadie sabe dónde puede estar. Lo que se sabe es que tiene posibles para esconderse donde le plazca.
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