Madrid hace de aspiradora de la migración interior. Primero, como destino. Porque la capital es la que más residentes atrae de otras comunidades incluso en años de pandemia, restricciones y confinamientos. 70.229 nuevos en el crítico 2020. En particular es punto de llegada para andaluces, extremeños, castellanos, gallegos, asturianos y cántabros. Y cuando sus provincias limítrofes también se ven influenciadas. En especial, Toledo. Sus 24.773 nuevos residentes hablan solos. Barcelona, la segunda, se queda en 43.561 nuevos. El resto más lejos.
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