Los políticos son dueños de sus palabras y sus silencios. Todos los días vemos ejemplos de los que creen que pueden ignorar la segunda parte. En ocasiones, hay políticos que cometen el error opuesto: ante el fuego del enemigo, se encierran en la fortaleza y esperan que el tiempo solucione todos sus problemas. Si la cosa empeora, denuncian una conspiración. En España, no tardan mucho en alegar que hay una causa general contra él y su partido. Juan Carlos Monedero es el último ejemplo.
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